La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune. El sistema inmunológico del cuerpo ataca por error una sustancia que rodea y protege los nervios del cerebro y la médula espinal. Esta sustancia se llama mielina.
La mielina permite que las señales se muevan rápida y suavemente a través de los nervios. Cuando está lesionado, las señales se ralentizan y se comunican mal, lo que provoca los síntomas de la EM.
La EM diagnosticada en la infancia se denomina EM pediátrica. Solo del 3 al 5 por ciento de las personas con EM son diagnosticadas antes de los 16 años y menos del 1 por ciento recibe el diagnóstico antes de los 10 años.
Síntomas de la EM en niños y adolescentes
Los síntomas de la EM dependen de los nervios afectados. Dado que el daño de la mielina es irregular y puede afectar cualquier parte del sistema nervioso central, los síntomas de la EM son impredecibles y varían de persona a persona.
En los niños, la EM es casi siempre del tipo remitente-recurrente. Esto significa que la enfermedad alterna entre recaídas, en las que alguien desarrolla nuevos síntomas, y remisiones, en las que solo hay síntomas leves o nulos.
Los brotes pueden durar de días a semanas y la remisión puede durar meses o años. Sin embargo, con el tiempo, la enfermedad puede progresar hasta convertirse en una discapacidad permanente.
La mayoría de los síntomas de la EM en los niños son los mismos que en los adultos, entre ellos:
- debilidad
- hormigueo y entumecimiento
- problemas oculares, que incluyen pérdida de la visión, dolor al mover los ojos y visión doble
- problemas de equilibrio
- dificultad para caminar
- temblores
- espasticidad (contracción muscular continua)
- problemas de control de los intestinos y la vejiga
- habla arrastrada
Por lo general, los síntomas como debilidad, entumecimiento y hormigueo y pérdida de la visión solo ocurren en un lado del cuerpo a la vez.
Los trastornos del estado de ánimo ocurren con frecuencia en niños con EM. La depresión es la más común y ocurre en aproximadamente el 27 por ciento de los niños con EM. Otras condiciones frecuentes incluyen:
- ansiedad
- trastorno de pánico
- depresión bipolar
- trastorno de adaptación
Aproximadamente el 30 por ciento de los niños con EM tienen deterioro cognitivo o problemas para pensar. Las actividades afectadas con mayor frecuencia incluyen:
- memoria
- capacidad de atención
- rapidez y coordinación en la realización de tareas
- procesamiento de información
- Funciones ejecutivas como planificación, organización y toma de decisiones.
Algunos síntomas se observan con más frecuencia en los niños, pero rara vez en los adultos. Estos síntomas son:
- convulsiones
- letargo
Causas de la EM en niños y adolescentes
Se desconoce la causa de la EM en niños (y adultos). No es contagioso y no se puede hacer nada para prevenirlo. Sin embargo, hay varias cosas que parecen aumentar el riesgo de contraerlo:
- Genética / historia familiar. La EM no se hereda de los padres, pero si un niño tiene ciertas combinaciones de genes o un padre o hermano con EM, es un poco más probable que la desarrolle.
- Exposición al virus de Epstein-Barr. Este virus puede actuar como un desencadenante que desencadena la EM en los niños que son susceptibles a ella. Sin embargo, muchos niños están expuestos al virus y no desarrollan EM.
- Niveles bajos de vitamina D. La EM se encuentra con más frecuencia en personas en climas del norte donde hay menos luz solar que alrededor del ecuador. Nuestros cuerpos necesitan luz solar para producir vitamina D, por lo que las personas en los climas del norte tienden a tener niveles más bajos de vitamina D. Los investigadores creen que esto puede significar que existe un vínculo entre la EM y los niveles bajos de vitamina D. Además, los niveles bajos de vitamina D aumentan el riesgo de una recaída.
- Exposición al tabaquismo. Se ha demostrado que el humo del cigarrillo, tanto el uso de primera mano como la exposición de segunda mano, aumenta el riesgo de desarrollar EM.
Diagnóstico de EM en niños y adolescentes
El diagnóstico de la EM en los niños puede ser difícil por varias razones.
Otras enfermedades infantiles pueden tener síntomas similares y son difíciles de diferenciar. Debido a que la EM es tan poco común en niños y adolescentes, es posible que los médicos no la estén buscando.
No existe una prueba específica para diagnosticar la EM. En cambio, un médico utiliza información del historial, el examen y varias pruebas para confirmar el diagnóstico y descartar otras posibles causas de los síntomas.
Para hacer un diagnóstico, un médico necesita ver evidencia de EM en dos partes del sistema nervioso central en dos momentos diferentes. Se puede hacer un diagnóstico después de un solo episodio con anomalías observadas en la resonancia magnética si hay evidencia de EM en el líquido cefalorraquídeo y se descartan todas las otras posibles causas de los síntomas y los hallazgos de la resonancia magnética.
Las pruebas que un médico puede usar para diagnosticar la EM incluyen:
- Historia y examen. Un médico hará preguntas detalladas sobre los tipos y la frecuencia de los síntomas del niño y realizará un examen neurológico completo.
- Resonancia magnética. Una resonancia magnética muestra si alguna parte del cerebro y la médula espinal está dañada. También puede mostrar si hay inflamación en el nervio óptico entre el ojo y el cerebro, lo que se denomina neuritis óptica.
- Punción lumbar. Para este procedimiento, se recolecta una muestra del líquido que rodea el cerebro y la médula espinal y se examina en busca de signos de EM.
- Potenciales evocados. Esta prueba muestra qué tan rápido se mueven las señales a través de los nervios. Estas señales serán lentas en los niños con EM si hay antecedentes de neuritis óptica.
- La tomografía de coherencia óptica. Esta es una prueba que toma una imagen del nervio óptico y puede buscar adelgazamiento. Esto puede revelar un historial de neuritis óptica que puede no haber causado ningún síntoma.
Tratamiento de la EM en niños y adolescentes
Aunque no existe cura para la EM, existen tratamientos destinados a reducir las nuevas lesiones y las recaídas y a ralentizar la progresión de la enfermedad:
- Los esteroides pueden reducir la inflamación y disminuir la duración y la gravedad de las recaídas.
- El intercambio de plasma, que elimina los anticuerpos que atacan la mielina, se puede utilizar para tratar una recaída si los esteroides no funcionan o no se toleran.
Los síntomas específicos se pueden tratar con otros medicamentos para mejorar la calidad de vida.
La terapia física, ocupacional y del habla también puede ser útil para los niños con EM.
Recomendaciones dietéticas para la EM en niños
El plan de alimentación de una persona con EM es importante para prevenir recaídas, especialmente en los niños. Un estudio de 2018 encontró que los niños que consumían una dieta alta en grasas, particularmente grasas saturadas, tenían más probabilidades de tener una recaída. Comer más verduras pareció provocar menos recaídas.
El estudio no mostró asociación de ninguna manera con un aumento de carbohidratos, colesterol, lácteos, fibra, fruta, hierro o azúcar.
Es posible que la ingesta excesiva de grasas pueda desencadenar un aumento de los productos químicos inflamatorios o afectar la microbiota intestinal.
Otro estudio de 2018 sugirió un vínculo entre la ingesta baja de hierro y los casos de EM pediátrica. Aunque se necesita más investigación para comprender mejor el vínculo entre los alimentos y la EM pediátrica, una dieta saludable podría ser un factor para reducir las recaídas y los síntomas.
Estos son algunos alimentos y nutrientes que se cree que mejoran la dieta de los niños con EM:
- Una dieta balanceada. Un equilibrio saludable de carbohidratos complejos, grasas saludables, proteínas, frutas y muchas verduras promueve la salud general.
- Hierro. Los alimentos ricos en hierro incluyen verduras de hoja verde como espinacas, frijoles, pollo, pavo y panes y cereales integrales fortificados.
- Ácidos grasos omega-3. Estos se pueden encontrar en suplementos y alimentos como el salmón, la linaza y las nueces. Los ácidos grasos omega-3 se han relacionado con menores tasas de recaída en adultos con EM.
- Vitamina D. La vitamina D baja se ha relacionado con una mayor incidencia de EM. Los pescados grasos como el salmón y el bacalao, el atún enlatado, las yemas de huevo, los champiñones, los alimentos enriquecidos y los suplementos de vitamina D son buenas opciones.
- Vegetales ricos en fibra. Las verduras de hoja verde oscura y otras verduras con alto contenido de fibra pueden ayudar a estabilizar el azúcar en la sangre y prevenir las recaídas. La espinaca, el brócoli y la col rizada también son excelentes fuentes de calcio y hierro.
Esto es lo que debe evitarse en una dieta pediátrica para la EM:
- grasas saturadas
- azúcar (que puede agravar los síntomas)
- alimentos ultraprocesados y granos refinados
- exceso de sal (puede estar relacionado con una función cognitiva más baja)
- gluten, si se encuentra intolerante (existen algunos vínculos entre la enfermedad celíaca y la EM, por lo que se recomienda realizar pruebas de intolerancia)
Consideraciones especiales y desafíos sociales
Tener EM en la niñez puede causar desafíos emocionales y sociales. Vivir con una enfermedad crónica grave puede afectar negativamente a los niños:
- Auto imagen
- confianza
- rendimiento en la escuela
- amistades y relaciones con otras personas de la misma edad
- vida social
- relaciones familiares
- comportamiento
- pensamientos sobre el futuro
Es importante que un niño con EM tenga acceso a consejeros escolares, terapeutas y otras personas y recursos que puedan ayudarlo a superar estos desafíos. Se les debe animar a que hablen de sus experiencias y problemas.
El apoyo de los maestros, la familia, el clero y otros miembros de la comunidad también puede ayudar a los niños a manejar estos problemas con éxito.
Esperanza de vida y perspectivas para niños y adolescentes con EM
La EM es una enfermedad crónica y progresiva, pero no es mortal y no suele reducir la esperanza de vida. Esto es cierto sin importar la edad que tenga cuando comience.
La mayoría de los niños con EM eventualmente progresan del tipo remitente-recurrente a una discapacidad irreversible. La enfermedad generalmente progresa más lentamente en niños y adolescentes, y se desarrolla un deterioro significativo aproximadamente 10 años después de que la EM comienza en la edad adulta.
Sin embargo, debido a que la enfermedad comienza a una edad más temprana, los niños generalmente necesitan asistencia permanente unos 10 años antes que aquellos con EM de inicio en la edad adulta.
Los niños tienden a tener brotes más frecuentes que los adultos durante los primeros años después del diagnóstico. Pero también se recuperan de ellos y entran en remisión más rápidamente que las personas diagnosticadas como adultos.
La EM pediátrica no se puede curar ni prevenir, pero si se tratan los síntomas, se abordan los desafíos emocionales y sociales y se mantiene un estilo de vida saludable, es posible lograr una buena calidad de vida.